
Quizás es que a mi corazón le gusta martirizarse. Quizás se debe a mis sentimentales tendencias sadomasoquistas, a las que les gusta recrearse una y otra vez en recuerdos dolorosos que nada le reportan al (in)grato presente.
Es por ello, quizás, que no me tomo la dosis de calmantes antes de verte, para sentir la adrenalina, e imaginar momentos imposibles que terminan con un "lo siento" de tus labios sellados por un beso. Pero no caigas en el error de pensar que eres el primero con el que hago esto.
Todavía recuerdo aquel primer amor, el primero que me hizo llorar, aquel que comenzó, y terminó al mismo tiempo, el día que se dictó la sentencia en una pequeña calle del pueblo que me vió crecer. Todavía siento, como si fuera ayer, como la desaparición repentina de aquel que con tan bonitas palabras me había ganado me hizo sumergirme en una espiral de la que mentiría si dijera que ya lo he superado.
Después vinieron otros, que me ayudaron a olvidarlo. Un chico que se convirtió en mi primer novio... en mi primera vez, en mi primera pareja como tal. Un chico que me acabó haciendo llorar, pero al que no guardo rencor, porque el tiempo me ha enseñado a comprenderlo y a saber que yo era demasiado debil para el... o quizás, demasiado rara.
Recuerdo otros besos, en noches de verano... incertidumbre por la distancia, palabras que cayeron al olvido... y noches en vela, sollozándole a la luna, pidiéndole las respuestas que ella nunca me dió pero que me llegaron de otras manos.
Si, recuerdo muchos besos... algunos de mentira, otros más sinceros... otros fruto del cansandio, otros de la rabia. Otros con un resquicio de amargura feminista, otros llenos de ira, de fuego, de pasión. Otros, quizás los más amargos, fruto del alcohol y de la borrachera... acompañados por el frío de la mañana amainados por un café que era más dulce que el recuerdo de la oscuridad precedente.
Si... fueron otros besos y otros amantes. Fueron otras noches y otras historias... otras mañanas y otras no decisiones... fue el alcohol y fue la necesidad de escapar... fue la desesperanza o el miedo, el terror a la soledad, que me llevaron a buscar el amor momentaneo (si es que puede llamarse así) en las compañías erroneas que solo quedaban en instantes efímeros sin ninguna trascendencia más que en el momento compartido.
Si, fueron otros. Que no fuiste tu. Y en medio de una vorágine que parecía encontrar la salida, apareciste con tu maldita sonrisa y tus ánsias de comerte el mundo.
Y aquí me tienes, intentando no pensar en tí. Intentando olvidarte como buenamente puedo maldito cabrón. Que me prometiste el mundo para luego darme un mísero trozo de periódico. Que me dijiste Te Quiero cuando no sabías que decir. Que me besaste en fin de año para dejarme el año nuevo vacío.
Y todavía me preguntan que como estoy... jodida, estoy jodida. Haciéndome la fuerte para que no me veas caer... para que te vuelvas a enamorar si alguna vez lo estuviste... para que me mires como la chica alegre y sonriente con la que una vez quisiste recorrer el mundo.