
Una noche, no me acuerdo de qué mes. Una parada de autobus, pensamientos inútiles acerca del amor. Un chico con una maleta a cuestas, que me preguntó acerca de la dirección a seguir. Su cara me resultaba extrañamente familiar, amable, cercana.
Me habló de mitos, de leyendas, del latín como lengua universal y la literatura como forma válida de entender el mundo. Se despidió con un agradable adiós. Y un ojalá nos volvamos a ver.
Cuando llegó mi transporte, murmuré un "Buenas Noches" enmarcada en una tímida sonrisa, como resultado del descubrimiento de que si hay soñadores por el mundo. Saqué la agenda y un bolígrafo para escribir mis desvaríos adolescentes.
Porque, en forma de viajero, aún quedan sitios para bailar.
Y quién sabe! Quizás algún día vuelva a encontrar mi viajero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario