domingo, 1 de febrero de 2009

Desenchanté*


En la radio sonaba desenchanté. Nada más acorde para la situación que se mostraba ante mis narices. Me di cuenta de ello mientras buscaba mi sujetador entre los naufragios en los que se había convertido [nuestra] relación. Me dió un beso en los labios, fruto (supongo) de lo que acababa de pasar en aquel pequeño zulo con los cristales empañados. Le devolví el beso mientras intentaba (triunfantemente) abrocharme los vaqueros mojados por la lluvia.


El salió a colocarse para irnos. Yo hice lo propio mientras me miraba en el espejo delantero intentando arreglarme el pelo (algo inutil teniendo en cuenta las altas horas que corrían en el reloj). En el camino a mi casa no dijimos nada, de vez en cuando su mano paseaba por la mia apoyada en el muslo... y era entonces cuando unas pequeñísimas palabras querían salir de mis labios. Afortunadamente, supe retenerlas, entendiendo que no era el momento preciso... no sé si estuve equivocada.


Nos despedimos con un tímido beso (por llamarlo de alguna forma) y un "mañana hablamos", sabiendo, de antemano, que ese mañana sería ausente, como empezaba a pronosticar un corazón miedoso.


Una vez en casa, dentro de mi cama, no sabía donde ubicarme. No sé si sería fruto de lo anteriormente pasado, si de la madrugada, o si era yo misma. No sabía si le quería o no te quería. Me asomé a la ventana y vi como el humo de mi cigarro se perdía en la noche. Bonita estampa para reflejar la incertidumbre... o la desubicación.



Pero ya se sabe... C´est caos.

2 comentarios:

  1. Y esta narración post-erótica? Oy oy oy...

    Me encanta cómo escribes. Lo que me tienes que contar es si estos son recuerdos reales, que me da a mí que sí...

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  2. Excelente entrada. A mí también me pasa: lo he llamado "depresión post-polvo"
    Saludos desde Bogotá.

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