Estoy borracha. Me he bebido la mitad de una botella de vino. Y mi cama está sola, no habrá nadie abrazándome cuando apague las luces. En la mesa del salón... bueno, eso es un desastre; un paquete de kikos a la mitad, una botella casi vacía, un vaso al que le estoy dándo el último trago y apuntes de italiano desperdigados por el cristal.
Resumiendo, diré lo siguiente; el chico al que quería está con otra, el chico con el que jugaba lo he mandado a tomar por saco y ahora resulta que duermo con el enemigo.
Mi vida es un caos y lo desconcertante es que me estoy empezándo a acostumbrar. No voy a dar pena, nadie sabe lo que me pasa por la cabeza. Pero en algún sitio tenía que dejar constancia de que es domingo, estoy borracha y hecho de menos al enemigo. Me estoy enamorándo de él. Y lo triste es que me cuenta mentiras que me quiero creer verdades... como la de ayer por la noche; que el tio que me dejó escapar fue gilipollas porque yo era guapa e inteligente, y que no lo decía porque le cayera bien, sino porque era lo que tenía delante. Después me quede dormida en sus brazos y ni siquiera intentó besarme o meterme mano. Maldito cabrón, me tuve que ir de su lado porque la iba a chafar.
Como la gilipollas que soy, metiéndome donde no me llaman y bebiendo para olvidar.
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domingo, 19 de abril de 2009
viernes, 17 de abril de 2009
Gritos ahogados sin palabras coherentes*
Mírate al espejo querida, ¿qué es lo que ves? No te reconoces en este estado, y la imagen que tienes delante de ti no ayuda. Necesitas depilarte las cejas, y el corrector de ojeras es bastante útil. Mírate, ¿no te das cuenta de que estás dejando de pensar otra vez? vuelves a dejarte llevar, a ser títere de nadie que vaga borracha por la ciudad. Has vuelto a beber, y has vuelto a drogarte. Te levantas porque es lo que tienes que hacer, y ya ni siquiera te hace ilusión remolonear en la cama. Solo piensas en la hora de la copa, cuando todo se marcha, cuando te quedas sola... que no en soledad, sola sin tus obligaciones, sin tus esperanzas. Sola contigo, el alcohol y el amor de una noche como única compañía.
Al menos has dejado de fumar, por lo que poco a poco va entrando aire en tus pulmones. Has perdido la fe en el amor. La amistad se te torna algo demasiado complejo de entender a medida que los llamados amigos van desapareciendo ahora que los necesitas tanto. La familia es otra historia, sientes que ya no te comprenden, quieres huir, saltar, desaparecer.
Y solo esperas las siete de la tarde, sabiendo que durante tres días solo habrá trabajo, alcohol y olvido. Las palabras superfluas de una noche. La vida que se te marcha para siempre y a la que ya no tienes fuerzas para decirle adiós.
He vuelto al punto en el que decidí huir. Querido extranjero... quizás necesite volver a tí de nuevo.
Y la esperanza naufragó de nuevo, a la deriva, sin una maldita tabla para salvarse
miércoles, 4 de febrero de 2009
Perdida...
Perdida en un mar sin saber que rumbo tomar, me siento como un naufrago sin un Wilson a quien contarle mis desvaríos adolescentes. No sé que camino escoger, no sé a donde dirigirme. No se nada.
Cierto día, hablando con un amigo, me comentaba el hecho indiscutible de que sus planteamientos se habían derrumbado sin dejar en su lugar unos nuevos. Las opiniones que antes se tomaban como irrfutables se presentan ahora como carentes de fundamento o razón. A esto le contesté, entre sorprendida y directa, que es aquello a lo que los mayores llaman madurar.
Madurar o retroceder, ya no sabría como llamar a esta sensación. Una sensación que deja vacío, desanhelo y sobre todo, incertidumbre. Si es cierto que madurar supone sentirnos perdidos y sin rumbo, creo que he madurado hasta llegar a niveles inauditos; leer mas hasta no saber que autor es tu favorito, escuchar tantas músicas diferentes que ya no sabes que es lo que te gusta y lo que no, vestir de diferentes formas, entre ejecutiva y niña para no sentirte cómoda con ninguno de los dos trajes, y suspirando por pensar en el nudismo como una forma válida de modelo social, y sonrojarte pensando en la verguenza que te daría pasearte tal y como te trajeron al mundo.
Tus complejos se tornan infantiles pero imposibles de abandonar. Las mantas ya no te dan calor, pero al mismo tiempo sigues sintiendo esa calma chicha de no saber donde te encuentras. Un dualismo dificil de explicar, que solo se podría ver reflejado en un espejo partido por la mitad.
El amor, tan buscado antes, ahora parece una utopía imposible. No, no quieres amar, pero ardes en deseo de entregarte por completo a alguien, y que ese alguien se enamore locamente de ti, y que de la vida si la pides, siendo egoistamente tuya, siendo egoistamente suya. Es pasión o es deseo? Es la necesidad de querer o la de sentirse querida? O será, simplemente, un ansia desmedida a agarrarse a un clavo ardiendo?
Son todas esas y al mismo tiempo es ninguna. Es crecer, es madurar, pero sobre todo es una cosa; es creer en que todo esto, en un futuro no demasiado lejano, cambiará.
Cierto día, hablando con un amigo, me comentaba el hecho indiscutible de que sus planteamientos se habían derrumbado sin dejar en su lugar unos nuevos. Las opiniones que antes se tomaban como irrfutables se presentan ahora como carentes de fundamento o razón. A esto le contesté, entre sorprendida y directa, que es aquello a lo que los mayores llaman madurar.
Madurar o retroceder, ya no sabría como llamar a esta sensación. Una sensación que deja vacío, desanhelo y sobre todo, incertidumbre. Si es cierto que madurar supone sentirnos perdidos y sin rumbo, creo que he madurado hasta llegar a niveles inauditos; leer mas hasta no saber que autor es tu favorito, escuchar tantas músicas diferentes que ya no sabes que es lo que te gusta y lo que no, vestir de diferentes formas, entre ejecutiva y niña para no sentirte cómoda con ninguno de los dos trajes, y suspirando por pensar en el nudismo como una forma válida de modelo social, y sonrojarte pensando en la verguenza que te daría pasearte tal y como te trajeron al mundo.
Tus complejos se tornan infantiles pero imposibles de abandonar. Las mantas ya no te dan calor, pero al mismo tiempo sigues sintiendo esa calma chicha de no saber donde te encuentras. Un dualismo dificil de explicar, que solo se podría ver reflejado en un espejo partido por la mitad.
El amor, tan buscado antes, ahora parece una utopía imposible. No, no quieres amar, pero ardes en deseo de entregarte por completo a alguien, y que ese alguien se enamore locamente de ti, y que de la vida si la pides, siendo egoistamente tuya, siendo egoistamente suya. Es pasión o es deseo? Es la necesidad de querer o la de sentirse querida? O será, simplemente, un ansia desmedida a agarrarse a un clavo ardiendo?
Son todas esas y al mismo tiempo es ninguna. Es crecer, es madurar, pero sobre todo es una cosa; es creer en que todo esto, en un futuro no demasiado lejano, cambiará.
martes, 23 de diciembre de 2008
En la hora del café...

Me despierta el maldito despertador a una hora que, siendo como se supone que es, vacaciones, no tendría que existir. Sin embargo, escojo ignorar esta llamada de la mañana, y me quedo entre la multitud de mantas que invaden mi cama en este polar diciembre.
Aceptado el hecho de que tengo que levantarme debido a una importante cita con Manet y una serie de personajes artísticos, me dispongo a saltar de la cama. Un café en el aparatito de la cocina, una barrita de cereales y demasiados libros y apuntes encima de esta minúscula mesa... Manet era parisino, tuvo vocación de marino... y mi mente vuela... vuela soñando con estar en París viendo las obras, vuela hacia Madrid, donde contempló las obras de Velazquez... seguidamente toma un café con Degás en el Café Guerbois... y va de exposición en exposición, para más tarde acabar en el Moulin Rouge bebiendo y riendo con el excéntrico Toulouse.
Un estornudo me hace volver a la realidad... ¡maldita mañana de sueños! me repito... yo solo quiero escapar...
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Empecemos por algún sitio...

Sentada en el salón de la que es ahora mi casa adoptiva, dejo que la estufa me caldee los pies, ya que el alma, de momento, se torna como imposible... No sé si será desasosiego, desesperación o aburrimiento, el caso es que, a medida que el teléfono ha dejado de sonar, al tiempo que parece me estoy convirtiendo en una muñeca, parece ser que soy menos dueña de mi misma...
Veo como intentan manejarme, y comienzo a sentirme como la Nora de Ibsen... Pero lo que me repito, o más bien me cuestiono, es que huir sea la solución... o por el contrario sea más una forma de evasión que de enfrentamiento...
Pero a fin de cuentas, son solo divagaciones mías... desprovistas de razón, y que poco importan en el teatro de la rutina...
Si lo invible a veces no gusta, es obvio que lo que no se ve, no debe aparecer nunca ante la vista... ya se sabes, de todo lo visible y lo invisible, yo me quedo con un punto intermedio. Este será un lugar de locuras, estupideces y palabras sin sentido en la mayoría de los casos...
Bienvenidos a mi parte trasparente...
La parte de mi que necesita escapar...
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