viernes, 17 de abril de 2009

Gritos ahogados sin palabras coherentes*


Mírate al espejo querida, ¿qué es lo que ves? No te reconoces en este estado, y la imagen que tienes delante de ti no ayuda. Necesitas depilarte las cejas, y el corrector de ojeras es bastante útil. Mírate, ¿no te das cuenta de que estás dejando de pensar otra vez? vuelves a dejarte llevar, a ser títere de nadie que vaga borracha por la ciudad. Has vuelto a beber, y has vuelto a drogarte. Te levantas porque es lo que tienes que hacer, y ya ni siquiera te hace ilusión remolonear en la cama. Solo piensas en la hora de la copa, cuando todo se marcha, cuando te quedas sola... que no en soledad, sola sin tus obligaciones, sin tus esperanzas. Sola contigo, el alcohol y el amor de una noche como única compañía.


Al menos has dejado de fumar, por lo que poco a poco va entrando aire en tus pulmones. Has perdido la fe en el amor. La amistad se te torna algo demasiado complejo de entender a medida que los llamados amigos van desapareciendo ahora que los necesitas tanto. La familia es otra historia, sientes que ya no te comprenden, quieres huir, saltar, desaparecer.




Y solo esperas las siete de la tarde, sabiendo que durante tres días solo habrá trabajo, alcohol y olvido. Las palabras superfluas de una noche. La vida que se te marcha para siempre y a la que ya no tienes fuerzas para decirle adiós.






He vuelto al punto en el que decidí huir. Querido extranjero... quizás necesite volver a tí de nuevo.













Y la esperanza naufragó de nuevo, a la deriva, sin una maldita tabla para salvarse

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