El amor duele, eso nadie lo puede negar. No lo pueden negar mis ojos, que se están quedando secos por las lágrimas que echan. No lo pueden negar mis mejillas, bláncas por la falta de sangre, que bombea a todo ritmo en mi cerebro. No lo pueden negar mis manos, ni mis dedos, llenos del negro rimel que horas antes habían adornado mis ojos.
No, nada en mi persona puede negar ahora mismo que el amor duele. El corazón me va a estallar, la garganta va a explotar. Mis cuerdas vocales claman por pegar un grito que desgarre la habitación en la que me encuentro, igual que mi pequeño órgano vital se ha roto en mil pedazos.
La respiración agitada, mil pulsaciones por minuto. Cualquiera diría que tengo sobrecarga de adrenalina. Es la sensación de fracaso de nuevo, y el intento de dormir otra vez fallido. Un libro en el sofa, una manta sobre la mesa, tila en la taza, y los sentimientos luchando por salir de esta maldita boca que les cierra el paso.
Si, es cierto, es amor, es enfermedad.
Ingresenme pronto... estoy a punto de arrancarme el corazón.
domingo, 4 de enero de 2009
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