Ahora me alegro de que me dejaras. Si no me hubieras dejado jamás habria aceptado el trabajo. Si no hubiera aceptado el trabajo probablemente seguiría llorándote. Si no me hubiera ido, jamas lo habría conocido a el.
El es el enemigo con todas las letras. Y en ocasiones me da miedo, porque se que no lo puedo controlar. Es el mismo, y me cuida. Me abraza. Y me dice que no lo deje solo.
Y yo como una gilipollas lo abrazo, le digo que no es un desastre y después lo beso. El me abraza me llama rubia y después me besa.
Lo importante de los fines de semana ya no es que tenga que ir a trabajar. Lo grave de los fines de semana es que me encanta dormir con el enemigo... Y a veces me da la sensación de que no guarda un punzón bajo la almohada...*
lunes, 11 de mayo de 2009
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